No importa como lo vea, siempre parece que la nube de oscuridad negra me
envuelve, se cierne sobre mí como un manta y me asfixia. Veo, cuando mi piel se
vuelve azul, a aquellas cosas que me parecen repugnantes. Es una lluvia negra
que nos convierte en monstruos, y vislumbro a esas bestias tomado el agua
enlodada que cae del cielo para escribir con certeza increíble aquello de lo
que no saben nada. No se convierte con ello en la muestra de nuestra
repugnancia, pero como aquel que come hamburguesas diario, al final la grasa de
la ignorancia y lo “común” tapan nuestras arterias hasta matarnos y dejarnos
como idiotas. Eh aquí el gran problema es el hombre el que ha decidido
envolverse en ello, al final somos nosotros mismos lo que no encontramos
encerrados en medio de los muros de aceite.
En este punto la gran pregunta es ¿Qué es muro de aceite? ¿Qué es lo común?
Lo cierto, y a ver con ello todo lo que pueda envolver, es la mediocridad de lo
popular, aquello que mucha gente ve, lee u oye, lo que es aquel muro de aceite.
Ciertamente, todo el mundo odia a Justin bieber, pero puede que, a riego de
equivocarme, posea una canción disfrutable. Mas esa única melodía no lo hará un
buen músico, como un libro exitoso no hace a alguien buen escritor, y una idea
interesante puede surgir de una persona sin imaginación. Naturalmente, no todo
lo bueno es completamente original, el espacio exterior ha visto poblado en el
la mejores obras de ciencia-ficción. En la Inglaterra medieval han visto la luz
grande obras de fantasía. Pero aquí no se trata de la originalidad, se trata
del esfuerzo, o su inexistencia, la pared de grasas conocida como la
mediocridad.
La mediocridad no afecta a todos, cualquier ser ha tenido aceite en sus
venas; y es más fácil creer lo que un político nos dice que pensar libremente.
Digámosle a nuestra propiamente que la opinión de la caja idiota es falsa y
centrémonos en aquello de lo que quiero hablar. Quizá no lo hayas notado, pero
toda esta pedantería se erige a través de la insatisfacción que yo, como desconocido
de internet, siento al ver la ya mencionada mediocridad. Y ya que soy un
estudiante de literatura, supongo que es normal que toda mi rabia se dirija
hacia los cuentos e historias.
Centrémonos, las novelas ha sido por bastante tiempo, la forma principal de
entretenimiento de hombre. Si no separamos del lenguaje podríamos coincidir que
una buena historia es buena por sí misma. La naturaleza de un buen escritor y
de un buen guionista consiste en saber hilar lo que hace. Pero ello es algo
cualquiera puede ver fácilmente. Concentrémonos en la mediocridad.
¿Cómo sabe el gran público que algo es mediocre? La respuesta es, no lo
sabe. Un concepto tiene que quemarse hasta el extremo para que pueda verse la
mediocridad. Los ejemplos más claro son “el concepto de apocalipsis zombi” y
las novelas de caballería. Con lo segundo podemos ver que puede terminarse a lo
grande con una gran parodia y en lo primero no se puede afirmar nada. Pero no
es tanto el concepto sino la naturaleza de él, para dejar esto claro quiero
decir que una idea puede ser un cliché pero estar muy bien trabajado y ser
extremadamente ameno.
Pero su hablase de lo bueno el lector no saldría de aquí con nada, excepto
quizá con recomendaciones de obras que podrían gustarle. También y hablase de aquello
me obligaría no revelar nada importante de aquellas historias que me agradan, a
no ser que quiera arruinar la experiencia de los lectores. Aunque puede hacer
una nota aparte en este punto para recomendar dichos libros de los que no voy a
decir nada:
(Hambre y la Bendición de la tierra de Knut Hamsun, La cartuja de Parma y Rojo
y negro de Stendhal, el viaje a oeste anónimo, y 1Q84 de haruki murakami. Todos
estos me parecen buenos libros, mas sería agobiar sobre algo de lo que no
tratare.)
Centrémonos ahora en un solo punto, ya que lo mediocre es algo tan amplio
hay que tratarlo por partes. Y como he aclarado, me centrare principalmente en
la narrativa, novelas, comics o mangas y películas. En esto último arte, el
trabajo de un director es muy influyente, ya que la composición de una escena,
la forma en la que transcurren los planos y la música afectan a la experiencia,
claro que un buen guion es algo capital.
Es en esto último donde, puedo afirmar, inicia la mediocridad. Cuando se
escribe una novela el escritor describe el mundo y obliga a los que lo habitan
hablen. La descripción es tan importante como la composición de la escena lo es
para el director de cine. El diálogo es el guion, los personajes hablando dicen
más de sí mismos que el narrador, sus acciones también. Los mejores guionistas
de cine pueden construir grandes personajes con sus 5 primeras frases; los
peores escritores escriben novelas en primera persona y al final no sabemos
quién es el/la protagonista, sencillamente porque su guion es malo. ¿Por qué
consideramos malo dicho guion? Pues si he de ser franco existen muchos factores
para que un guion falle, pero podemos estar de acuerdo en que el uso excesivo
de clichés arruina una historia. Naturalmente la forma en la que se usan los clichés
es el problema, pero el comportamiento de lo mediocre no se fraterniza sobre el
cliché en sí mismo, sino en su frivolidad
Si una historia no puede sorprendernos porque sus escenas tristes, épicas y
graciosas ya son conocidas; si el final es algo que nos deja inocuos porque
desde antes de 60% de la historia lo hemos visto venir ¿no estamos frente a
lago mediocre? No digo que predecir un final sea malo, pero si sabemos cómo
terminará el argumento desde el capítulo 1 o desde su primer acto no podemos
afirmar que es algo bueno. Claro, hay ocasiones en donde el autor quiere que
sepamos el final, “La tragedia de romeo y Julieta” nos dice desde el título que
los personajes no acabarán bien; otro ejemplo de esto último es “Crónica de una
muerte anunciada” sabemos que Santiago Nasar morirá, la pregunta es ¿cómo? Pero
si el autor desea sorprendernos con su final, el ser predecible es un talón de
Aquiles, la hoja de Siegfried y mordred para Arturo. Y esto se enzarza en los
clichés.
Aunque también la forma de narrar una historia tiene algo que ver. Para
ejemplificar y hay que ser honesto; no he leído los juegos del hambre, pero si
existe una narración en primera persona y en presente con lo que la autora
puede jugar con la imprevisibilidad de los hechos que ocurren al tiempo en que
son narrados, el colocarle un epilogo al estilo “19 años después” es una forma
de burlarse descaradamente de este estilo de narración y de tus lectores ya que
implica que la obra no necesitaba esa forma de narrarse, porque la protagonista
podía perfectamente recordar su hazaña. Pareciese
que se escribió así “porque de esa forma es más fácil escribir en ingles”. De
nuevo mediocridad o vagancia. Dejando de lado la mala leche, no puedo afirmar
que la ejecución entre-medias sea mala.
Como puedo suponer de la afirmación anterior, es posible que algunos se
molesten. Por lo tanto y para evitarme problemas voy a atacar a un medio del
cual tengo la seguridad, muchas personas no les interesa y los fanáticos
probablemente estén de acuerdo conmigo. Usemos al anime, ya que los japoneses
no lo van a leer y probablemente no les importe y lo fanáticos occidentales
quizá estén hasta cíen. Pero si te gusta el medio te pregunto ¿Cuántas veces ha
visto un anime que es tan básico que sientes el Déjà vu de haberlo visto
entero, aunque solo veas su primer episodio? Voy ahorrate la respuesta al
afirmar que si lo has hecho, pero en todo caso ¿Por qué? Por la mediocridad y
los clichés, ello no sorprende a nadie, el anime ha estado en decadencia
bastante tiempo y actualmente hay realmente poco que pueda considerarse
destacable.
Ahora bien, si existe, si hay un género que puede catalogarse de arrastrar
con todo lo males del medio, de ser un lastre y una tontería es el harem.
Naturalmente existen series que puede considerarse buenas dentro de ese género,
pero no alcanzan el uno por ciento por lo que contarlas sería defender lo
indefendible. El harem pseudo-pornográfico tiene por problema que sus protagonistas
me dan asco. No es una opinión única, existen muchas personas que piensan lo
mismo. Esos protagonistas demasiado ingenuos, tontos hasta el punto de la
gilipollez y que tienen por habilidad caer en las partes íntimas de las mujeres
(he descrito al 90% de los protagonistas harem, el resto les extirparon los
sentimientos) son personajes que a muchos desespera. No es casualidad que la
gran masa los haya llamado princesos, término que hace referencia al tópico de
la damisela en apuros. El problema, es que dichos personajes carecen de
personalidad e insultan a los que, muy erróneamente buscan una buena historia.
Si nos centramos en el cliché del protagonista estúpido, por lo general los
autores intentan redimir a su intento de personaje haciéndolo un habilidoso
guerrero, lo que se ha convertido en otro cliché muy aburrido. Pero no nos
centremos en ese aspecto, estamos hablando de mediocridad ¿verdad? ¿Por qué es
mediocre? La razón se encuentra en la seguridad de lo ya conocido; si una
estrella de internet con 10 millones de seguidores publica un libro, solo con
el 10% de esos 10 millones la obra ya es “un súper ventas”, eso por la
seguridad editorial. Ahora bien, los tópicos del harem son lo conocido, lo que
ha probado funcionar, EL FAN-SERVICE. El problema aquí es precisamente el
fan-service que en sí mismo no trae nada a lo que se cuenta y narra. Para verlo,
el mejor ejemplo es el siguiente: tenemos a dos mujeres, ocupan el mismo cargo
en su empresa, ganan lo mismo, sus apartamentos son copias del otro, tienen el
mismo coeficiente intelectual; pero una mide 1.60 tiene cabello negro (corto
para que no le moleste al levantarse) y una medidas nada sorprendentes, la otra
por otro lado mide 1.72, su cabello es rubio, ondulado y bastante largo y sus
medidas son 95, 60, 94. La diferencia entre los dos personajes es que la última
fue diseñada para llamar la atención de los hombres heterosexuales. Las dos
protagonizan su historia exactamente de la misma forma, pero unas tetas
rebotando llaman más la atención, es decir satisfacen un fetiche.
Continuado con las dos mujeres, si la historia que protagonizan es mala, lo
único que no mantendría en nuestro asiento es cuando la cámara le enfoque el
culo a la rubia. En forma sencilla, se sexualiza a la mujer/protagonista porque
sus acciones carecen de interés. No digo que no ocurra lo mismo con los
hombres, pero en el caso de las mujeres es más notorio y más descarado. Con un
guion malo no hay motivo para quedarse en la experiencia más allá de lo sexual,
de los autos lujosos, de lo que llama la atención pero carece de importancia,
en cambio cuando el guion es bueno cómo se vea el/la protagonista importa poco
(nuestra señora de parís y Bety la fea son ejemplos de esto último). El buen
protagonista, el buen guion, la buena narrativa, son elemento que nos mantienen
pegados a nuestro asiento mientras disfrutamos de la historia que se nos narra.
Siguiendo con este concento, la forma en que disfrutamos cada historia es
completamente personal y solo podemos conocer dicha experiencia desde la base
de nuestra subjetividad. Por ello lo que no soporta alguien puede
fascinarle a otros, la naturaleza de lo perceptivo es lo disfrutable. Pero
incluso la comida más sabrosa si se la come todo los días se vuelve nauseabunda,
lo mismo pasa en la historias, la idea de un esclavo cargando un puede es
entretenida hasta que la ves treinta veces. Si regreso al medio que dije
atacaría, entonces la naturaleza propia de lo dicho también se refiere a la
animación japonesa.
Esto no les importará a ellos, el fan japonés promedio tiene la mano entre
las piernas y parece que tiene párkinson. Aquí el problema no es el medio,
tampoco es el odio o amor hacia él; que cualquiera piense lo que quiera. Si
asumimos la mediocridad desde la base de todo lo dicho, tenemos que el
principal problema del anime, y de cualquier medio en general, es el miedo. El
miedo de las editoriales y el miedo de los autores, no al fracaso, el miedo a
que en tu billetera desaparezca un céntimo de rupia de Sri Lanka. Son unos
avaros y lo saben, mas la base de lo que se compra no es la base del miedo. Los
autores, y las editoriales también, sencillamente no confían en los productos
nuevos. No se les culpa, es un negocio al fin y al cabo, pero el que nosotros
lo compremos es por lo que sigue saliendo.
Nada de lo dicho es sorpresa ciertamente,
pero el que sea reconocible por cualquiera no implica que los autores lo
acepten. Pero si regresamos al género harem ¿Por qué falla tanto? ¿Cuál es el
motivo por que provoca urticaria? El motivo son los fans, ciertamente, pero no
nos desviemos. El género harem es una versión en esteroides del conocido
triángulo amoroso, por lo tanto lo dicho para uno aplica para otro. Su
principal problema es que no aporta nada; si la trama es una comedia romántica
podría ser aceptable, pero por lo general veo a este género en tramas que son
“en teoría” serias y ese es su mayor fallo. No entremos en discusiones
innecesarias, una trama seria que se centre en, por ejemplo, una guerra o en un
mundo apocalíptico no necesita un triángulo amoroso. Él porque es muy sencillo,
un triángulo amoroso se basa en la indecisión del o la protagonista para
escoger a alguien (generalmente una pareja), dicha indecisión, cuando la trama
no se centra en eso, se siente como una excusa para llenar páginas. Es por lo
tanto algo que no se puede considerar necesario. Si alguien dice “es que en la
vida las personas van y vienen” lo respondería no existen triángulos amorosos
en la vida real y cuando alguien es indeciso, se queda solo (a menos que seas
un árabe rico)
Ahora bien, ahora bien en el caso en esteroides, cuando no es un triángulo
sino un dodecaedro amoroso todo empeora. Esto es así porque cada personaje debe
tener su historia y la creación de dicha historia solo sirve para rellenar
página. Podría argumentarse que la creación de dichos personajes permite al autor
explorar el mundo que ha creado, pero ello sería falso por dos motivos: el
primero es muy sencillo dicho personaje puede explicar el mundo desde su
perspectiva personal para narrar esa parte del mundo (ello incluso permite
enrevesar la trama). Lo segundo es que obligamos al mundo a girar alrededor de
nuestro protagonista.
Otro problema que trae el género harem es el daño que le produce al
protagonista. Qué quiero decir con esto, me refiero al personaje en sí mismo.
Cuando describí al protagonista arquetípico de la historia harem me quejé de
él, pero es que no puede ser de otra manera. Los autores tienen miedo, miedo a
que su historia no sobresalga, que nadie la note. Es tal su pánico que recurren
a los clichés, cayendo en la vasija de la mediocridad, y gritan con todo pulmón
cegados en medio del horror y las fobias “¡Miren, mi historia tiene lo que a la
gente le gusta, tiene lo que vende pueden invertir en mí! Eso pasa con todos
los clichés, pero cuando se utiliza con un triángulo amoroso o peor en el harem
se carga a su protagonista. El harem le realiza una fatality a su protagonista.
Para poder explicar esto en los juegos de simulación de citas, que en este
punto importa poco si te interesa o no. La gracia de dichos juegos consiste en
escoger al personaje que más nos interese de entre los que halla y que creemos
nosotros al protagonista, a fin de cuentas es nuestra experiencia. En eso
juegos te presentan a los… digamos “personajes enamorables” pero mientras los
presentan nuestro personaje no puede tener personalidad, sencillamente porque
la personalidad la definimos nosotros. En el triángulo amoroso ocurre lo mismo.
El autor de un harem no puede darle personalidad a su protagonista,
sencillamente porque el añadirle harem lo arruina de golpe. Para dejarlo más claro este tipo de género
implica rodear al protagonista de varios fetiches (una rubia tetona, una mujer
que parece niña, una albina, la típica engreída o la posesiva) y da igual los
fetiches que coloque el autor, este género obliga a que dichos personajes se
interesen el protagonista, una personalidad definida podría evitar la atracción
de uno de esto fetiches y ello para este tipo de género es un problema. Además
para escoger una pareja se necesita personalidad y en estas obras la indecisión
es parte de su “argumento”.
Para repetirlo, el triángulo amoroso
se carga a sus personajes sencillamente porque obliga al autor a convertirlo en
un maniquí con buen diseño.
Naturalmente esto es mediocre porque obliga al autor a copiar lo que ya se
ha hecho. Lo mediocre aburre, lo mediocre es vagancia, lo mediocre es pereza.
Otro problema que llega no esto es tratar a tu audiencia como idiota, pero eso
no lo tratare aquí. Me limitaré sencillamente a recomendar el libro “el guion
de Robert McKee” seguro que con ello el lector tendrá un detallado manual de
narrativa, que será mucho más útil de lo que estas tres mil palabras pudiesen
ser. Pero al menos me siento contento en que, al menos en la base más austera,
mis palabras pudiesen servirle de algo al alguien y que con ella, habiéndolo
predicho o no pudiese aprender algo.
Adiós.